Desde febrero de 2024, CASA ha estado caminando junto a una madre y sus hijos a través de los altibajos de su caso. Después de que los niños fueran expulsados a principios de año, pudieron reunirse con mamá en agosto en un retorno monitorizado: un esperanzador paso adelante.

Pero en diciembre sobrevino la tragedia. El padre de mamá falleció de forma repentina e inesperada, lo que desencadenó una profunda depresión. A medida que su salud mental empeoraba, las tareas cotidianas se volvían abrumadoras. La secadora se estropeó y, sin dinero ni energía para arreglarla, la colada se acumuló por toda la casa. Aunque mamá pudo limpiar la mayor parte de la casa, los montones de ropa eran un recordatorio constante de lo difíciles que se habían vuelto las cosas.

Cuando CASA visitó la casa de mamá, se centraron en sus puntos fuertes, señalando que proporcionar ropa a sus hijos era un testimonio de su cuidado y dedicación. Se dieron cuenta de que un simple arreglo, como una secadora que funcionara, podría suponer una gran diferencia a la hora de ayudar a mamá a recuperar la estabilidad.

CASA intervino para ayudar. Un especialista de CASA encontró una secadora, la compró y ayudó a instalarla en casa de mamá. Ese pequeño acto de apoyo le quitó un peso de encima a mamá, dándole una cosa menos de qué preocuparse y ayudándola a volver a la normalidad.

El trabajo de CASA no consiste sólo en defender a los niños en los tribunales, sino también en dar la cara, reconocer sus puntos fuertes y ofrecerles apoyo práctico cuando más lo necesitan. A veces, una nueva secadora no es sólo un arreglo doméstico - es un paso hacia la curación y la esperanza.